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¿De qué va nuestra pieza de danza?

Una relatoría es una memoria, un escrito, una narración de los acontecimientos que se suceden, interpretados desde el punto de vista de la personas que hace el relato. Por eso es importante que haya más de una o un relator porque la realidad, para ser comprendida en su profunda y subjetiva globalidad, necesita de muchas miradas. Aprovechamos de nuevo para invitaros a todas y todos los participantes a compartir vuestra memoria. Quinto y Sexto romperá el hielo y nos ofrecerá su memoria, su relato, a mediados de enero. ¡Animaos!



Hacemos Memoria de las últimas semanas:


  • Ya tenemos el tema. #TrabenCocrea ha decidido “hacer Memoria con muchas artes” y cocrear una pieza de danza en comunidad transgeneracional. “Memorias” en sinergia y/o sinécticas. Y dos temas sobre la mesa para poner en marcha la creatividad de todas y todos: memoria y artes escénicas.

  • Acuerdos: Colectivo Lisarco y el claustro se han sentado a trabajar juntos y tenemos muchos acuerdos que os hemos comentado en el anterior post. El resultado es conseguir una mayor transdisciplinariedad del proyecto y eliminar los muros de los talleres específicos para que el proyecto Nuevos creadores se extienda a toda la vida escolar.

  • Incorporación de toda la comunidad educativa: sabéis que con las madres y padres hemos hecho muchas planes. Así que, a partir de enero, se multiplican las opciones y el tipo de talleres que se irán poniendo en marcha para realizar todas las tareas necesarias y poder llevar la pieza conseguida ante el público en el mes de mayo. Poco a poco se irán multiplicando las personas implicadas que sientan intensamente suyo este proyecto.


A partir de ahora:


La Memoria “se hace”, la “hacemos”, no existe como tal. Es un invento, una creación, una recreación de lo sucedido que tiene mucho de subjetiva. Depende tanto, o más, de las emociones del que recuerda, que de los hechos sucedidos. Una Memoria, depende, en gran parte, de quién lo cuenta, para qué y dónde. No todas las memorias llegan a expresarse. Hay memorias silenciadas y otras impuestas. Memorias olvidadas y memorias traídas “por los pelos” para justificar lo injustificable. Aquí caben todas ellas.


Nos acercamos a la “Memoria” desde las artes escénicas, es decir, desde aquellas formas de expresión capaces de inscribirse en la escena: teatro, danza y música.

Pero, también, en nuestro caso, desde esos espacios arquitectónicos construidos especialmente o habilitados ocasionalmente para realizar un espectáculo en vivo.

Nuestra pieza se representará en un teatro, el Auditorio Carlos III de Leganés. “Theatron” es un lugar para contemplar. Pero, ¿contemplar qué? La representación de historias. Pero, ¿qué tipo de historias caben en una pieza de danza creada por una Comunidad Educativa?

Los civilizaciones antiguas danzaron para imitar al sol y a los elementos de la naturaleza, celebrar el abatimiento de los titanes, representar un combate, festejar la belleza, denunciar las tropelías, recordar hechos del pasado que fueron fundamentales para el bienestar del pueblo. O danzaron para rememorar malos momentos, como alabanza a un difunto, resaltar determinado valor o representar historias mitológicas.

La creatividad de niñas, niños, familiares, profesorado y miembros de Colectivo Lisarco decidirá la historia que a partir de los argumentos que se van proponiendo terminaremos danzando en el teatro.


Desde la prehistoria los seres humanos nos comunicamos corporalmente con movimientos que expresan sentimientos y estados de ánimo. Utilizamos determinados movimientos rítmicos para ritualizar acontecimientos importantes como un nacimiento, una muerte o una boda. También para celebrar una ceremonia de fecundidad, caza o guerra. El baile y la danza han sido desde entonces un acto de socialización en todas las culturas. Nosotros hemos elegido “La Memoria”: ¿cómo celebrarla?, ¿qué memoria celebrar?



Tarea esencial para todas y para todos:


Despertar la Memoria, pero ¿la Memoria de qué? De lo que tú quieras, para después compartirla y juntos/as crear un patchwork, un quiling, un collage, instalaciones, performances y pasos de danza, o cualquier otra artesanía nacida de nosotros/as mismos/as y del proceso artístico colectivo. ¡Sésamo, ábrete¡ ¡Ram, rom, dram, sram¡ Palabras mágicas menos poderosas que el abracadabra de toda la “vida”. Usa las que gustes, pero, ¡ponte en marcha y aporta tu saber y tu saber hacer!


¿Cómo hacemos Memoria?


Evocando recuerdos recreados con palabras; visualizando películas que transcurren por nuestro magín de la mano de la fantasía; no todos usan la palabra para hacer Memoria. Algunas y algunos lo hacen desde profundidades hápticas, brotando aromas, texturas, temperaturas o pesos, impulsadas/os por una fuerza que vibra en la piel, a través del tacto y de las entrañas. Narran utilizando el lenguaje de la danza o el de la expresión gestual, corporal y la mímica. Otros/as recuerdan más lo que vieron que lo que oyeron, y son capaces de reflejarlo en dibujos, cómics, maquetas, etc. Los hay que sus sentidos les llevan a dejar el recuerdo comprimido en la huella de ciertos aromas, recreándolos. Somos originales, diversos, y todos y todas estamos incluídos en este proceso creativo. ¿Cuál es el sentido más selectivo que tú empleas para atrapar la información y recurrir a recuperar lo que guardaste en tu memoria? ¡Vívelo, compártelo con los demás, apórtanos eso tan tuyo, ¡queremos conocerte tal y como eres!


Dicen que más que los hechos son las emociones sentidas durante esos hechos, y que es la posibilidad de volver a sentir intensamente esa emoción la que hace que recordemos más (y más rápidamente) algunas cosas en comparación con otras. Emociones positivas o negativas tiran del ovillo de nuestra memoria… prueba y comprueba. Cuéntanoslo a tu manera. Nos interesa y nos enriquece. Todas y todos tenemos algo y ese “algo especial” es muy valioso para nosotros/as.


Conexiones neuronales intestinales, producen una ducha de neurotransmisores, sensaciones cinestésicas, dando a luz gestos, movimientos, ritmos, melodías y silencios. De puntillas, a saltos, volteretas o cabriolas; un espíritu libre, al movilizar el cuerpo, vivencia emociones que quedaron modelando su cuerpo y que ahora se expanden por el espacio escénico.

Un cuerpo suave que dibuja en el aire con pintura transparente historias nacidas de la honestidad sentida. Espontaneidad y autoexpresión. La belleza del movimiento libre transitando como el humo, la nube o con furia de tempestad. Nada más bello que la naturalidad.


Niñas y niños “hacen como sí”, o se imitan a sí mismos/as haciendo lo que hicieron o lo que vieron hacer. Y jugando recrean y rememoran lo vivido, con la posibilidad de transformar la realidad, y acomodarla a su propio interés y placer. El juego es una terapia natural que devuelve el placer y bienestar perdido. Hay muchas formas de hacer Memoria. Y de utilizar la Memoria para sufrir o para gozar. Invitamos a todas las personas adultas a recordar que fueron niñas y niños, y a decidirse a jugar, aquí, ahora, junto a los/as demás.


¿Qué recordar? ¿Qué Memoria pretendemos danzar?


Tienes más capacidad de la que imaginas. Explórate. Al improvisar un proceso artístico descubres capacidades y habilidades que no sabías que poseías. Te pones a improvisar y si te dejas, delegas en tu cuerpo y sigues tú al movimiento en lugar de tratar de llevar la batuta, verás que el cuerpo muestra, manifiesta y es capaz de sorprenderte en su manifestación. Confía en tu cuerpo. No pienses. Déjate llevar por el albur.


El pasado nos hizo ser como somos y si dejamos que nuestro ser se despliegue, este se muestra y nos reconocemos en él. Heredamos de nuestros antepasados actitudes, comportamientos, bloqueos. Su memoria está en nuestra memoria genética. Nuestro cuerpo es la historia familiar, historia de la especie. Portamos sus conocimientos y habilidades. Eso de lo que ahora disponemos lo fueron moldeando y perfeccionando a lo largo de sus vidas y cambiaron nuestro ADN, como nosotros transformamos con nuestras vivencias diarias el que transmitimos a nuestra progenie. Nacemos con Memorias que no responden a nuestra propia historia. Muere nuestro cuerpo y siguen vivos nuestros aprendizajes en nuestros nietos/as. La emoción que nos mueve no sale de la planeación mental. Cuando nos dejamos llevar y libremente nos movemos, nos autoexpresamos y descubrimos lo que llevábamos dentro y no conocíamos.


Sabemos cosas que nunca aprendimos, fruto de vivencias que nunca vivimos. Dicen que en los “sabios” de la música, del arte en general o de las matemáticas, el “chip” viene pre-instalado de fábrica. Hay personas sin formación académica que improvisan con perfección. Solo lo descubren aquellas personas que se atreven. Sé valiente. Súmate.


Nuestro cuerpo es una cultura encarnada. Lo que sentimos, vivimos y aprendemos queda impreso, nos moldea. Cuando nos convertimos en “observadores/as” de lo que sentimos y de cómo nos movemos, en lugar de ser los/as “directores/as”, aquello que surge nos habla mucho de lo que sabe, de lo que es, de lo que necesita y quiere hacer. Dejemos que la Memoria encarnada, hable, se exprese.


¿Memorias compartidas?


Para crecer y mejorar necesitamos hacer repasos de cómo nos va en la vida, los pueblos necesitan recordar su historia para progresar y evitar caer en los mismos errores. La Memoria llega hasta nosotros/as por tradición oral como leyenda, mito, alegoría, cuento, romance, aleluya, etc. La tradición oral nos ha dejado muchos imaginarios compartidos. También la literatura, el cine y la tv. Tenemos muchas Memorias compartidas.


Muchas y muchos científicos se dedican a refrescárnosla: historiadoras/es, antropólogas/os, arqueólogas/os. Llevan adelante proyectos para esclarecer hechos y relaciones. Para saber quiénes somos necesitamos conocer de dónde venimos y quiénes hemos venido siendo. Ser es algo transformativo, cambiante, metamórfico. Compartimos los mismos ancestros prehistóricos, personas que desconocían la palabra y la escritura, y se comunicaban mediante gestos, mímica y movimiento, y que dejaron vestigios de su vida, su modo de vivir y hacer arte. Ahora los/as investigadoras/es interpretan sus huellas y en su nombre, nos cuentan sus recuerdos, recuerdos que recuerdan de dónde venimos.

Dividiéndose en tres (el reptiliano, el límbico y el neocortex, cada uno con sus funciones), durante el desarrollo infantil el cerebro pasa por distintos momentos evolutivos, reproduciendo a nivel ontogenético el proceso filogenético.


Vivimos en un mundo de diversidad cultural. Compartimos una cierta cultura. Individuos y sociedades tienen ideas o conocimientos de los que se derivan otros tantos que modelan sus pensamientos y actitudes: sus arquetipos.

Esos arquetipos forman parte del imaginario personal. El imaginario es irreal, solo existe en la imaginación, pero eso no quiere decir que no actúe sobre la realidad y que no tenga efectos transformadores o reaccionarios.

Amor, Tiempo, Muerte, Juventud, Héroes, Diosas, son algunos de esos arquetipos o temas universales, mitos y símbolos que funcionan como “mente” social colectiva. Son representaciones fantasiosas de la realidad que pueden convertirse en iconos de una etapa de la historia de un pueblo, influyendo en la vida, relaciones y comportamientos de esas personas con mucha fuerza. ¿Cuáles queremos nosotros/as destacar?

Personas y sociedades mantienen creencias, y dan por cierto muchas cosas sin ponerlo en duda ni tener ninguna evidencia. Miramos la realidad a través de muchos filtros, los mismos con los que reconstruimos las Memorias y absorbemos las que nos ofrecen como parte de nuestra propia historia y nuestro propio recuerdo. Compartimos creencias que se imponen como señas de nuestra nacionalidad. Somos como nos moldean los mitos de la familia en la que crecemos. El sentido de lo común está lleno de Memorias estatuidas que indican “como debes ser”.


Los matriarcados nos dejaron, en algunas zonas, sus creencias inscritas en la ideosincrasia. Mientras, en la mayoría del planeta, los patriarcados nos imponen las suyas; las llevamos tan interiorizadas que estos días estamos cayendo en la cuenta de cómo el potente impacto de las creencias colectivas “puede ver consentimiento donde existe violación”.

Ancestros europeos compartieron una cultura matríztica. Lo hemos olvidado. Se selecciona qué recordar y qué olvidar, en función del interés de los que ostentan el poder.

Hubo un tiempo en el que hombres y mujeres no pelearon por el poder de las unas sobre los otros, o de los otros sobre las unas, sino que cooperaron para cuidar la vida digna de todas y de todos. Un hallazgo, un descubrimiento, una especial mirada sobre un pequeño hecho cotidiano puede dar la vuelta y cambiar el sentido de nuestra Memoria.


Otra información nueva puede dar una idea muy diferente de cómo fue el pasado y cómo podría ser el presente.

Kristen Hawkes es antropóloga, aprendió que la evolución de nuestra especie comenzó cuando el ser humano se posó de pie, salió a cazar y su cerebro creció debido a que las nuevas habilidades para enfrentar el mundo y alimentar a su familia propiciaron su desarrollo evolutivo. El hombre cazador, produjo, si eso es cierto, la evolución de nuestra especie.

Sin embargo, investigando a los hadza, pueblo que todavía vivía de la caza y la recolección, vio que eran las abuelas las que buscaban alimento para los/as más pequeños/as. El rol de las abuelas permitía a las otras mujeres concentrarse en el cuidado de los lactantes, y ellas se organizaban con las niñas y niños más crecidos, disfrutando de sus cuidados y de su propia infancia. Así, mientras la abuela salía a buscar comida para los/as pequeñosas o cuidaba de los intermedios, las mujeres en época de ser fecundas podían volverse a embarazar, descansar y recuperarse entre partos. Gracias a las abuelas existía un periodo de vida llamado infancia, las mujeres podían recuperarse y ser más longevas, y los más pequeños tener una crianza más afectiva y protegida. Las ancianas de la tribu facilitaban la vida de todos los demás. Esa manera de interpretar el pasado cambia la forma de concebir la vida, su sentido y el propósito de las nuestras, desmontando creencias y prejuicios.

Generalmente se ha considerado que el progreso se debía a que la fuerza y destreza del hombre cazando garantizaba la supervivencia del grupo. Y no es más fuerte el que más pega, el que más caza, sino el que más y mejor cuida y se cuida.


Las Memorias que tenemos en cuenta para comprender nuestra propia historia y el sentido de nuestras vidas son determinantes de lo que hacemos y de lo que haremos. Hay Memorias compartidas re-signadas por grupos, familias, partidos o sociedades, que se transmiten, se conservan, y se reactualizan.

La Memoria siempre es una construcción, una ficción, pero en función de lo que llaman tradición se producen muchas violaciones a los Derechos Humanos. No siempre el pasado debe ser repetido. No es la misma Memoria la que los/as vencedores/as o los/as vencidos/as tienen de una batalla.

Hay que reflexionar y valorar las Memorias, así como la nuestra propia en torno a los hechos, no otorgándole el poder de condicionar nuestro presente y el curso del futuro.


Hay Memorias de un mismo hecho, tantas como grupos o personas vivenciándolo; dicen que cada cual cuenta a su manera “cómo le fue en la feria”.

Políticamente se puede “borrar Memorias”, “maquillar Memorias”, “silenciar Memorias”. Pueden las Memorias ser una ficción mental, una recreación, una representación plagada de olvidos, sesgos, huecos, lagunas y vacíos, en las que coexiste lo acontecido, rebozado con lo imaginado, y donde queda destacado aquello que el poder considera más provechoso para que no cambien las condiciones que le están beneficiando.


¿Qué recuerdos queremos incluir en nuestra pieza de danza? Memoria, ¿la mía?. ¿la nuestra?, ¿la tuya? Somos el devenir, el cambio. No somos quienes fuimos y seguiremos siendo en nuestra prole. Cronos, el Tiempo, mató a su padre por imperativo de su madre, para que él y sus hermanos crearan el futuro dando rienda suelta a la creatividad y a la subjetividad, tomando la iniciativa del sentido de sus pasos, el sentido de su vida, reinventándola. Ese camino siguió nuestra especie hasta llegar a ser homo sapiens sapiens sin dejar aún de ser homo demens.





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